En unas maniobras llevadas a cabo con máxima discreción,
investigadores de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) han puesto a
punto aviones no tripulados, drones, para perseguir a los
furtivos. Estos cazadores al margen de la ley siguen siendo una amenaza
para el Parque Nacional, reducto de especies únicas como el lince
ibérico y el águila imperial, además de lugar de cría para miles de aves
europeas y africanas.
En septiembre, la Guardia Civil detuvo a dos personas que entraron de noche al espacio natural con una escopeta del calibre 12. En junio fueron arrestados otros tres cazadores en circunstancias calcadas.
“Nuestros aviones llevan cámara térmica y pueden detectar a los
furtivos de noche”, explica el director de la Estación Biológica de
Doñana, Juan José Negro.
Dispone de dos pequeños aviones no tripulados, uno de metro y medio de
envergadura y otro de tres metros, y de dos minihelicópteros, todos
ellos con silenciosos motores eléctricos que permiten sobrevolar a los
cazadores sin llamar su atención. “Los furtivos no llevan una F en la
cabeza, pero los drones detectan a gente donde no debería haber gente”, señala Negro.
Por delante de WWF
Hace apenas un mes, la organización ecologista WWF anunció que había obtenido cinco millones de dólares de Google para lanzar un programa de vigilancia de furtivos en Asia y África mediante drones.
Es, a grandes rasgos, la misma tecnología que ha empleado el Gobierno
de EEUU para cometer 2.500 asesinatos supuestamente selectivos en
Pakistán desde 2004, según las cuentas de la New America Foundation.
“WWF utilizará la subvención para adaptar las tecnologías más avanzadas a
la protección de especies amenazadas, como elefantes, rinocerontes y
tigres”, anunció la ONG.
“Nosotros nos adelantamos a WWF”, admite Negro. Los ensayos de la
Estación Biológica de Doñana para vigilar a los furtivos desde el aire
son la cara más oculta de un proyecto mucho más amplio, Aeromab, que aplica tecnologías aeroespaciales a la conservación del medio ambiente. “Estos días estamos censando gansos en Doñana con drones.
También los utilizamos para censar a los ciervos y los gamos en época
de apareamiento”, pone como ejemplo Negro, director del proyecto
Aeromab.
Su equipo acaba de utilizar con éxito
estos aviones no tripulados para reproducir al milímetro las rutas de
vuelo de las aves. No tuvieron que ir muy lejos para conseguirlo. Los
investigadores marcaron con un localizador GPS a los cernícalos primilla
de una colonia establecida en la propia terraza de su edificio, en la
Isla de la Cartuja de Sevilla.
Imitando a los cernícalos
Estas pequeñas rapaces salían con hambre por la mañana, en busca de
los saltamontes espantados por las cosechadoras en los trigales a 10
kilómetros de Sevilla. Cuando regresaban a sus nidos, el equipo de Negro
descargaba las coordenadas geográficas de sus localizadores GPS y
programaba a los drones para que reconstruyeran sus rutas de vuelo.
El cernícalo hacía el camino por la mañana y el avión no tripulado lo
repetía por la tarde, tomando fotografías en alta resolución para
estudiar al detalle el ambiente en el que se mueven las rapaces. “Lo que
queremos averiguar es cómo se produce la toma de decisiones en
organismos muy básicos, como el cernícalo. ¿Se comunican entre ellos?
¿Se avisan de que hay alimento?”, explica Negro.
El zoólogo austriaco Karl R. von Frisch se llevó el premio Nobel de
Fisiología y Medicina de 1973 por descubrir que las abejas se avisan con
una danza unas a otras de dónde están las mejores flores. Negro no cree
que sea este el caso de los cernícalos. “Mi hipótesis es que un
cernícalo muestra de alguna manera que ha tenido éxito, por ejemplo
llegando con un saltamontes en el pico, y los otros le siguen”, propone.
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