Una
aplicación y un avión no tripulado permiten «dirigir» el acomplamiento a
la Estación Espacial Internacional o «aterrizar» una sonda en Marte. El
juego de AstroDrone forma parte de un proyecto científico de la Agencia Espacial Europea (ESA) que busca acumular datos sobre el manejo de estos de aviones. Las personas que posean un drone Parrot AR
podrán jugar y participar en los retos que propongan las diferentes
misiones espaciales a las que se enfrentan en modo de realidad
aumentada.
Dado que el acceso a los aviones no tripulados está al
alcance de cualquiera, esta aplicación puede llegar al público general y
a los aficionados a los juegos aeroespaciales.
«La primera
versión (disponible desde el pasado 15 de marzo) contiene el nivel de
formación, en el que los jugadores aprenden a acoplar lo mejor posible
el drone a la Estación Espacial Internacional (EEI). el uso de la
realidad aumentada ayuda a que mientras el jugador vuela el avión no
tripulado en el mundo real, él ve la EEI en su dispositivo inteligente»,
explica Guido de Croon, coordinador del proyecto de la ESA. Sin
embargo, AstroDrone va más allá del ocio. Los jugadores pueden optar,
dentro de las modalidades de la app, por contribuir a un experimento
científico que tiene como objetivo mejorar las capacidades autónomas de
las sondas espaciales, tales como el aterrizaje, salvar obstáculos y el
momento del acoplamiento.
Datos científicos
Para
la ESA es una oportunidad para recoger la experiencia de miles de
usuarios y acercar la aeronáutica a la sociedad. «Para nosotros, este
desarrollo científico abre las puertas de los laboratorios a la
implicación del público en los experimentos científicos» apunta Leopold
Summerer, director del equipo de Conceptos Avanzados de la ESA. La
aplicación procesa las imágenes tomadas por la cámara del avión no
tripulado, extrae las características matemáticas de las imágenes
abstracta. «Estas particularidades no pueden ser interpretados por la
personas, ni la imagen original puede ser reconstruida. Sin embargo, las
propiedades pueden emplearse por robots para aprender a navegar en su
entorno. Los jugadores pueden unirse a la experiencia e intentar llegar a
lo más alto de la tabla de puntuación», apunta de Croon.
Además,
«podemos obtener datos reales para poner a prueba nuestra gran cantidad
de algoritmos, que de otra forma sería imposible», añade Summerer. La
ESA no busca saber ni dónde vuelan los aviones ni quién los maneja, sólo
los datos de manejo, para poder emplearlos como pruebas.
Por
el momento, la aplicación está disponible para los usuarios de iOS
(iPhone, iPod, iPad), y estamos trabajando en una versión de Android.
Además, vamos a añadir más niveles con el tiempo. Por último, «cabe
mencionar que en dos semanas, el juego ha sido descargado más de 4.000
veces y más de 500 jugadores han contribuido al experimento», manifiesta
de Croon. Junto a Croon, Paul Gerke e Ida Sprinkhuizen-Kuyper de la
Universidad de Radboud en Holanda han desarrolla la aplicación.
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